sábado, 18 de julio de 2009

... y que por ausencia llora.

Ya no se puede, ya no se permite,
ya no funciona, ya no se unen,
ya no se encausa,
ya se desparrama sin misericordia alguna
el tiempo sobre la quijada entristecida
de esa sombría risa.

Calma. Sin pasión pues yace dormida,
sin corazón pues no palpita,
sin motivo pues no se mueve,
“¿para que el destino quiere tanta reflexión?”
digo yo mientras me acuesto sobre
esa montaña alborotada de desorden,
que se desparrama y mata.

Una ceguera mal encausada es victima
de poesía, un alma mala
es víctima de porfía,
un miembro loco es victima
de mímica… nada más.

si de alguna manera la lentitud
es tan firme para no lavar heridas,
no dar casualidades, no entablar destinos,
no saber dar una respuesta, no poder
mirar con alegría, no situar la pena,
no calibrar la energía, no despegar
la incomodidad del suelo, no dudar de
lo que podrías sentir ni un solo momento,
debe haber
entonces una soltura que desde el cielo
maravilloso en los ojos nos haga
rompernos los huesos porque es bueno;
sin evaluar porque evaluar sería malo,
sin pensar porque detendría a la traición,
sin querer por querría lo que no tendría,
sin palpitar porque agitaría hasta a una hormiga,
sin emocionar porque los puentes se caerían…
y emocionándonos porque los puentes se caerían…
pero no llega, y entonces solo en una ciudad repleta te sentirías.
Mirando con pena el pasado y con miedo un buen futuro,
el presente estaría hecho una bolsa llena de papeles sin peso…
sin que nada subyazca como una vértebra sin medula,
sin que nada subyazca como este mismo poema,
sin intención alguna, como el reflejo en una lagrima de pena.
Y sin amor como el tarado que la crea…

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